En la lectura diaria de la Biblia observo, que lo que hoy conocemos como equilibrio es a las claras un esfuerzo cobarde por quitarle a la Palabra de Dios su verdadero significado. Qué diría nuestro Señor Jesucristo a los que predican la tolerancia sin verdad y sin confrontación, es que acaso la Persona más equilibrada del universo ¿no es el Dios encarnado? Y curiosamente su equilibrio es testificado en los evangelios desde sus extremos.
No enseña la Escritura que el Señor llamó a los religiosos de la época generación de víboras, Juan el bautista también lo hizo, no le dijo a sus propios discípulos que si ellos deseaban irse detrás de quienes no soportaban la verdad podían hacerlo del mismo modo, o no arrojó Cristo usando la fuerza a los que vendían animales y cambiaban divisas en la puerta del templo. Todo esto es verdadero equilibrio, pues no solo en el amor que perdonó a una ramera, a un publicano y a nosotros, observamos esa armonía, sino en cada acción y cada palabra que sale de la boca del Hijo de Dios.
Uno de los principios que aprendemos de la Escritura es que si tenemos la verdad de Dios, debemos decirla, no es mi intención quedar bien con todos, prefiero obedecer al Señor, fue esto lo que hicieron los apóstoles cuando les prohibieron predicar a Jesucristo, Hechos. 4: 19-20. ¡Juzgad si es justo callar, cuando Satanás grita y exige adoración!, ¡no, no podemos amedrentarnos! Si se levantan los gais diciendo que en su condición de pecadores exigen adorar al Señor en nuestras iglesias, nuestra respuesta debe ser firme y decirles que para exaltar al Dios del Nuevo Testamento se requiere arrepentimiento y fe, de otra manera ellos no cruzarán la puerta.
No entiendo por qué los creyentes guardamos silencio frente a las propuestas de algunos políticos y segmentos de la sociedad que en nuestros países desean legalizar la eutanasia, el aborto y los supuestos derechos de las parejas homosexuales, es que quizá nos falta coraje o simplemente desconocemos la Biblia.
Si no tenemos valor para contender contra la falsa fe, entonces debemos orar a Dios por una de dos cosas: en primer lugar pedir el coraje perdido o nunca tenido, o en su defecto suplicarle al Señor que le ayude a convertir el corazón hacia él. Si el problema es el segundo, lo más probable es que no pueda orar, necesita que alguien le predique el evangelio para que se convierta.
Todo esto tiene como finalidad terminar con la falsa tolerancia, todos los sistemas religiosos y filosóficos del mundo son mentirosos al afirmar que gente de todos los trasfondos tienen cabida en ellos, sin embargo en muchas ocasiones al momento en que revelamos nuestra identidad doctrinal lo más probable es que nadie que no sea cristiano nos acepte. Pero también es cierto, y debemos convencernos de esto, que el cristianismo es excluyente porque nuestro Dios es excluyente, no dice Jesucristo: “Yo soy el camino la verdad y la vida, nadie viene al Padre, sino por mi.” Juan 14: 6. El Señor no admite a ningún otro, ni a alguien que se le parezca o tenga una doctrina que se asemeje en algunos aspectos. Quien no cree en Cristo, de acuerdo a lo que él mismo afirma de su persona, no puede ser cristiano y en consecuencia perderá la oportunidad de ser salvo.
El afirmar que el cristianismo es excluyente implica que el conocimiento que debemos tener de la doctrina cristiana debe ser elevado, pues la necesidad de presentar defensa del evangelio, significa además ser racional con la Palabra de Dios, aunque el asunto a tratar envuelva el mayor grado posible de espiritualidad.
Doctor Alexander Mercado Coyante
Pastor
Natural de la ciudad de Barranquilla, del 8 de septiembre de 1970. Pastor Ordenado como Anciano en la Iglesia Bautista Reformada Salvación y Vida Eterna de la misma ciudad. Doctor en Ministerio Cristiano, y Master en Teología del Seminario Internacional de Miami; felizmente casado y padre de dos hermosos hijos.
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