Decíamos que la era moderna se caracterizó por intentar explicarlo todo desde la perspectiva racional. Una de las consecuencias de tal actitud fue el criticar destructivamente la base de la fe y en consecuencia se produjo un alejamiento progresivo del centro de la verdadera doctrina de la salvación, sin embargo luchar contra estos postulados era más sencillo porque existía un objeto sobre el que discutir. En el mundo actual la defensa de la fe es un asunto mucho más difícil debido a la falta de bases epistemológicas que delimiten lo que se considera hoy como doctrina cristiana, por lo tanto se hace urgente volverse al estudio esforzado de la Biblia.
A pesar de que se afirma que nunca antes en el mundo ha habido tanto conocimiento, también es cierto que la mayor parte de ese saber es vano, esta presuposición opera también para el cristianismo, en donde cada vez encontramos más contenido basura en la proclamación del evangelio, pero es peor aún cuando revisamos la reflexión teológica que se produce desde nuestros países, y hallamos que en muchas ocasiones su tendencia es ser nula.
Y es que para defender la fe en medio de un mundo que lo discute todo, pero así mismo tolera todo, se requiere del conocimiento de la Escritura y ser perspicaz en el análisis de los hechos actuales dentro del contexto bíblico, para así poder entregar respuestas certeras a los hombres. Ahora cuando hablo de la aproximación conceptual desde la Biblia hacía el mundo, no me refiero exclusivamente al aspecto escatológico, sino a todas y cada una de las doctrinas aplicadas a las personas en el tiempo presente, sin limitarse a la gastada idea de que solo se tratan de aplicar algunos versículos a una situación particular, pensando que así se resuelven los problemas de la relación del hombre con Dios.
Todos y cada uno de quienes servimos al Señor estamos obligados a predicar la totalidad del consejo eterno de Dios, el cual es la Escritura en su conjunto. Ninguna doctrina puede quedar por fuera de la enseñanza de la Iglesia, ya sea porque es difícil, o porque no es de la preferencia del ministro o simplemente porque puede herir algunas susceptibilidades.
Los creyentes deben salir de las congregaciones con un conocimiento básico de las diferentes doctrinas como son: Las Escrituras; el conocimiento de Dios; la Creación y la Salvación en Cristo; pero también las más complejas como por ejemplo: El Decreto eterno de Dios; los Pactos; la Providencia o la Escatología. Sin esto es imposible realizar una adecuada defensa de la fe.
Conocer la Biblia es la forma más segura para blindar a los creyentes en contra de la falsedad y el engaño, aunque éste sea muy bien elaborado. Cuando se conoce la verdad la mentira es obvia para nosotros, el ejemplo perfecto lo tenemos en Edén, allí Dios dio una orden directa a los seres humanos, no les advirtió que Satanás trataría de engañarlos, pero el mandamiento debería ser suficientemente claro para prevenirlos. Si obedecían al Señor no caerían, desobedecerlo era la muerte.
El apóstol Pedro expresa: “…estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo aquel que demande razón de la esperanza que hay en vosotros.” 1 Pedro 3:15. El mundo de la razón siempre pedirá explicaciones, la experiencia vacía en algún momento exigirá que se le diga el por qué, y es allí cuando debemos estar listos para proclamar a Cristo, para detallar cuan firme es nuestra fe y en quien reposa. Debemos estar listos para decir que la vida eterna no es una ilusión y que ésta no se tarda sino que aparecerá justo a tiempo.
Aun así, una adecuada defensa de la fe, no sirve de nada si no es respaldada por un poderoso testimonio de consagración y santidad, próximamente hablaremos de este punto.
Doctor Alexander Mercado Coyante
Pastor
Natural de la ciudad de Barranquilla, del 8 de septiembre de 1970. Pastor Ordenado como Anciano en la Iglesia Bautista Reformada Salvación y Vida Eterna de la misma ciudad. Doctor en Ministerio Cristiano, y Master en Teología del Seminario Internacional de Miami; felizmente casado y padre de dos hermosos hijos.
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