Por lo general los estudiosos de la sociedad coinciden en afirmar que la era actual se denomina postmodernismo y que el rasgo más sobresaliente de éste, es la falta de marcos de referencia para la vida en todos sus aspectos, por ejemplo el arte se vuelve abstracto, la ciencia intenta explicar el universo sin considerar la evidencia y en general lo que sentimos ocupa el lugar de lo que pensamos, en pocas palabras, la experiencia reemplaza lo objetivo.

Es decir, existe un marcado contraste con la época anterior a la que estamos viviendo y que podría decirse, que aquella era por entero racional. Casi todos los fenómenos del universo intentaban explicarse partiendo del supuesto que cada evento en la naturaleza debía tener una explicación lógica, aún el ateísmo partía de esa base, hasta el punto de atreverse a intentar explicar la Escritura, la persona de Dios y su obra soberana con argumentos racionalistas, naturalmente esto también fracasó, pero no podemos negar que por lo menos la discusión era más académica y obligó a los cristianos a preparar un fuerte contragolpe evidencialista, pero cargado de fe.

Nuestro tiempo es una era diferente en donde al parecer la fortaleza de los argumentos se ha perdido dando lugar más a los sentimientos y en consecuencia a la subjetividad, que a las bases “teórico-práctica” que deberían sostener todo postulado. Es cierto, y esto debo aclararlo, que el cristianismo es una religión de hechos, en donde se cuenta lo que Jesús vino a hacer y enseñar, su verdad y como su obra sostiene toda la existencia del hombre para eterno gozo o perpetua confusión. Sin embargo, estos eventos de la historia de la redención por ser tan ciertos son una base firme para el creyente y por lo tanto un cimiento más seguro, que la simple formulación teórica.

La iglesia del tiempo presente se ha apartado paulatinamente de su base religiosa, la Biblia, al parecer ya no es la única regla infalible de fe y conducta. Si bien la fe tiene su soporte en la Escritura, la práctica de la misma se aleja de los postulados escritos en la Palabra de Dios, en consecuencia se abre una brecha enorme entre lo que creemos, lo que confesamos, y lo que vivimos.

Tal vez lo peor de todo es que la mala práctica se propaga con gran rapidez mediante el uso de medios masivos, que si bien no son malos en sí mismos, proclaman la falsedad, que como todos sabemos, es aceptada más rápidamente y extendida por el corazón corrupto del hombre.

Como podemos observar, el uso de la tecnología es un elemento que puede desequilibrar la balanza “a favor o en contra” de los hombres de Dios, y a esto me voy a referir próximamente.

Doctor Alexander Mercado Coyante

Doctor Alexander Mercado Coyante

Pastor

Natural de la ciudad de Barranquilla, del 8 de septiembre de 1970. Pastor Ordenado como Anciano en la Iglesia Bautista Reformada Salvación y Vida Eterna de la misma ciudad. Doctor en Ministerio Cristiano, y Master en Teología del Seminario Internacional de Miami; felizmente casado y padre de dos hermosos hijos.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *