LA VANIDAD, EL ORGULLO Y LA INUTILIDAD DE LAS ACCIONES HUMANAS QUE SURGEN DE LA INCREDULIDAD.

Si el SEÑOR no edifica la casa,
en vano trabajan los que la edifican;
si el SEÑOR no guarda la ciudad,
en vano vela la guardia
Es en vano que os levantéis de madrugada,
que os acostéis tarde,
que comáis el pan de afanosa labor,
pues Él da a su amado aun mientras duerme.
He aquí, don del SEÑOR son los hijos;
y recompensa es el fruto del vientre.
Como flechas en la mano del guerrero,
así son los hijos tenidos en la juventud.
Bienaventurado el hombre que de ellos ( es decir los hijos) tiene llena su aljaba; no será avergonzado
cuando hable con sus enemigos en la puerta.

SALMO 127: 1-5.

Providencia Divina y Responsabilidad Humana

Si el Señor no edifica la casa,
en vano trabajan los que la edifican;
si el Señor no guarda la ciudad,
en vano vela la guardia

     El texto del Salmo nos da tres negaciones que son tres acciones vanas sino están acompañadas de la gracia del Señor a saber: edificar, velar y trabajar. El resultado de estas acciones por lo general desde una perspectiva naturalista o desde la auto confianza creemos que deben dar resultados en sí mismos olvidándonos de la Gracia de Dios, de Su cuidado y de Su providencia, olvidando que es el amor de Dios el que nos sostiene y no nuestro trabajo o nuestro cuidado.

Afrontamos en nuestro país la epidemia del COVID19, [1] y -se toman muchas medidas que no es del tema tratar su pertinencia o no, o si se tomaron a tiempo o no- quiero concentrarme en que el hombre ante esta crisis cree que seguir actuando de espaldas a Dios dará fruto, pero el Señor en Su Palabra declara: si Dios no guarda la ciudad en vano vela la guardia, todas estas acciones sino no son bendecidas por Dios serán vanas ilusiones humanas de control. En estos momentos debemos recordar que nuestra ciudad, nuestra vida y nuestras casas están en últimas, en manos de Dios y no en nuestras manos (Ecl 9:1-2), Él es la causa eficiente y final de todo, lo demás es vanidad, es vapor, es vanidad de vanidades (Ecl 1:1-3).

     La providencia de Dios es la que nos guarda, es Dios quien cuida de nosotros, si el Señor no nos guarda son vanas todas nuestras acciones, ahora, esto no es negación de la responsabilidad que debemos tener en esta situación, es confianza en Dios, en Su amoroso cuidado de todo (providencia).

     En esta situación vemos el desequilibrio aun en los creyentes, que voltean sus ojos y su esperanza a las autoridades llámese presidente, gobernador, alcalde, al magnate tal o cual, algunos hasta esperaran que aparezca superman, o los hombres de negro o cualquier otro salvador (ídolo) fabricado por el hombre, y por supuesto no exoneramos a las autoridades de sus responsabilidades para con el bien común (Rom 13:4), pero recordemos que las autoridades son hombres y la Escritura es clara sobre esto: “ Así dice el Señor: Maldito el hombre que en el hombre confía, y hace de la carne su fortaleza, y del Señor se aparta su corazón.” Jeremías 17:5[2]

     El tema por supuesto no es de las responsabilidades de las autoridades, el tema de reflexión es en quién depositas tu confianza (fe y esperanza). Debe estar en Dios y solo en Dios, algunos creen que el gran hermano vela por ti,[3] hermano el llamado es a ver a Cristo, el gran Dios vela por ti, como ningún ser humano o institución humana puede hacerlo, la invitación es a poner los ojos en Cristo, el autor y consumador de la fe, (Hebreos 12:1-2).  Que mires a los montes (dirijas tu mirada a Dios) que de ahí vendrá tu socorro y tu guardador (Salmo 121), porque si el señor no guarda la ciudad en vano vela la guardia.

     Aquí la exhortación es clara, no habrá paz ni acciones eficaces sino hay fe, y lo primero es arrepentirnos de nuestra auto suficiencia, de creer que nuestra tecnología, nuestras ciencias, nuestros avances nos cuidan, estos son los ídolos modernos, que hemos visto han fracasado y decepcionado a muchos, y siempre fracasarán porque los ídolos son vanidad (Jeremías Cap 10, en especial el verso 15).

     La responsabilidad y el cuidado de Dios.

La guardia de las ciudades antiguas colocadas en las torres le daba cierta tranquilidad a los habitantes de la ciudad de que mientras dormían eran guardados, pero el texto nos llama a no confundir los medios por los cuales Él nos cuida con el cuidado en sí mismo. No es la guardia la que cuida la ciudad sino Dios por medio de la guardia, no son los estados. Quien sea que nos cuida, nos cuida Dios por medio de esas autoridades que el instituyó.

No es la guardia la que cuida la ciudad sino Dios por medio de la guardia, no son los estados. Quien sea que nos cuida, nos cuida Dios por medio de esas autoridades que el instituyó.

Estas autoridades son causas segundas, en quien debemos poner nuestra confianza (fe) es en el Señor, pero la fe, no anula las acciones responsables, creemos en la providencia soberana del Señor y en las acciones responsables y sensatas. “El caballo se alista para el día de la batalla; más Jehová es el que da la victoria” (Proverbios 21:31), nos preparamos para la batalla con todos los recursos, luchamos con todas nuestras fuerzas, pero es Dios quien da la victoria, la guardia debe velar, pero es Dios quien nos cuida. Este es el equilibrio de la vida a la luz de la fe.

     La casa y la ciudad

El texto nos habla de dos realidades que están conectadas: la casa y la ciudad, la vida de la ciudad es el reflejo del orden de la casa, es la casa la que construye la ciudad, creo que la ola de decisiones insensatas de nuestros jóvenes que vemos en las redes sociales y en sus comentarios y acciones tontas, como exponerse innecesariamente al peligro, por el supremo placer de ir a un centro comercial, es el reflejo de cómo la casa se está cayendo a pedazos, estos jóvenes valoran más las apariencias que su propia vida, no saben estar solos en casa porque sus corazones están desordenados y vacíos, y en esas condiciones el silencio y la soledad les lastiman porque les obligan a ver hacia ese vacío.

     Hemos visto en estos días tantas acciones insensatas por parte de todo tipo de personas, adolescentes, adultos ancianos, que vemos el problema de la casa que construye ciudad en dimensiones que debemos meditar como creyentes: ¿cómo estamos construyendo la casa, sobre la roca o sobre la vanidad? Debemos hacer un llamado a la sociedad desde el Evangelio, pues todo eso que recriminamos, todas esas acciones que se critican por redes sociales y demás, no son sino la expresión publica de la falta de cimientos de esas casas y ahora que viene la tormenta está tirando abajo todas esas casas.

Esta sociedad ha querido construir sus casas sobre la arena y ahora llegada la hora de la prueba encuentra que las casas no tienen cimientos estables y la ciudad tampoco.

Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción. Mateo 7: 24-27.

Cristo es esa roca inconmovible, de ahí que, si el Señor no edifica la casa, en vano es nuestro trabaja para construir, reflexionemos sobre esto ¿todavía creemos que nuestro trabajo nos guarda, todavía creemos que nuestras puertas nos guardan? no hermano, es Dios quien nos guarda.

Es en vano que os levantéis de madrugada,
que os acostéis tarde,
que comáis el pan de afanosa labor,
pues Él da a su amado aun mientras duerme

     Otro aspecto del texto es la seguridad que nos brinda el trabajo, creo que hoy esas seguridades tiemblan, la Biblia nos llama a ser buenos trabajadores, a ser diligentes en nuestros trabajos, pero a veces creemos que nuestro desempeño es nuestra seguridad, que nuestros títulos son nuestra seguridad, que llegar más temprano e irnos más tarde de trabajo (laboradictos) es lo que nos provee del pan (sustento de nuestra casa), y no hermanos, es Dios quien da el alimento,  es Dios quien provee. De nuevo, Dios obra por una causa secundaria que es tu trabajo, tu disciplina, tu esfuerzo, etc, es Dios quien te da la prosperidad. “La bendición del Señor es la que enriquece, y Él no añade tristeza con ella.” (Proverbios 10:22).

     En estos momentos más que nunca debemos ver con los ojos de la fe, debemos ver la realidad de que Dios es nuestro amparo y nuestro sustento, y que Él nos proveerá,; debemos ver que como ciudad (país) tenemos que estar unidos para ayudarnos, nuestro país vive un momento histórico que será precedente ¿Cómo reaccionaremos? ¿desde la solidaridad o desde el egoísmo de sálvese quien pueda? La iglesia no debe ser ajena a esto, estamos llamados a ser sal y luz en este mundo y momentos oscuros. Dios es luz y su pueblo es luz, que Dios nos ayude a estar a la altura de estos momentos y podamos ser testimonio de fe y esperanza en un mundo que se desmorona al ver que sus seguridades y sus ídolos les fallan, pero nosotros vemos al cielo y tenemos un salvador real, y no es de los de Hollywood.

He aquí, don del Señor son los hijos; y recompensa es el fruto del vientre. Como flechas en la mano del guerrero, así son los hijos tenidos en la juventud. Bienaventurado el hombre que de ellos (es decir los hijos) tiene llena su aljaba; no será avergonzado cuando hable con sus enemigos en la puerta.

     En esta situación muchos se preguntan ¿es sensato casarme, tener hijos? El matrimonio y los hijos son y serán siempre una bendición de Dios, y en consecuencia la expresión de la fe y confianza en Dios, aun ante este panorama difícil; si estás embarazada no pienses en abortar, es una bendición de Dios el fruto del vientre, recuerda que Dios es quien cuida la casa, por lo tanto, aleja de ti ese pensamiento, deposita tu fe en el Señor, Él es el único que puede cuidarnos en estos momentos difíciles. Si estás por casarte cásate, ese matrimonio es una declaración al mundo de tu esperanza.

“Más valen dos que uno solo, pues tienen mejor remuneración por su trabajo.
Porque si uno de ellos cae, el otro levantará a su compañero; pero ¡ay del que cae cuando no hay otro que lo levante! Además, si dos se acuestan juntos se mantienen calientes, pero uno solo ¿cómo se calentará? Y si alguien puede prevalecer contra el que está solo, dos lo resistirán. Un cordel de tres hilos no se rompe fácilmente.” (Ecl 4:9-12).

     Un cordel de tres hilos no se rompe fácilmente porque el matrimonio es una unión divina, recuerda, es Dios quien te une en amor a esa otra persona, el matrimonio y los hijos son don de Dios.

     El Matrimonio es un acto de fidelidad a Dios y a Su Palabra, es una declaración de confianza en Dios, es un  acto de esperanza, porque casarse es eso, es una proclamación de esperanza (1Cor 13:13)  y confianza en el amor y providencia de Dios que nos sostendrá y vendrá por segunda vez en busca de su novia contra toda resistencia de este mundo para celebrar las bodas del cordero, en ese interludio nos concede amar como don y recibir en amor a la otra persona (Rom 15:7). El amor es el camino más excelente a seguir mientras estemos en este peregrinaje temporal (1 Cor 12: 31, 1 Cor 14:1).

     Que Dios nos guarde, que Dios en estos momentos difíciles edifique nuestras casas y guarde nuestra ciudad.

De su hermano, Pr Oduver Miranda Benitez.


[1] 21 de marzo de 2020.

[2] Esto dice el Señor: «Malditos son los que ponen su confianza en simples seres humanos, que se apoyan en la fuerza humana y apartan el corazón del Señor. NTV. El Señor dice: «Maldito aquel que aparta de mí su corazón, que pone su confianza en los hombres y en ellos busca apoyo. DHH.

[3] Referencia a la obra de ORWELL 1984, donde hay muchas veces la frase, “ El Hermano Mayor vela por ti” para referirse al estado de control total en su distopia. 1984, George Orwell, 1984, editorial Penguin Random House, de Bolsillo, pág. 9, 10.